Óxido

Las arrugas surcan su frente, y la comisura de los labios. Tiene la mirada perdida en la pequeña mota de polvo que levita entre las cortinas. «Parece que baila al son de la luz», pensó intentando buscarle una banda sonora apropiada.

Todavía no sabía cómo había llegado a esa situación ni qué era lo que la había motivado. Se sentía como si fuese un personaje de libro, como si toda su vida estuviese a merced de algún escritor loco y ecléctico. Por un momento esbozó una sonrisa. Su historia era irónica, dramática, divertida y sorprendente. «Como la del noventa por ciento de la humanidad», sentenció borrando de un plumazo la sonrisa.

Sentía que ya no tenía fuerzas, que había perdido toda la energía en batallas absurdas y ahora, por mucho que le costase, tocaba volver a empezar. Bajó la mirada y se topó con sus manos. Las primeras manchas de vejez le recordaron que volver a empezar a esas alturas iba a ser complicado. «¿Cómo engrasar estas bisagras?», «¿Cómo recordar quién soy?». Las preguntas se amontonaban en su cabeza y, con la misma rapidez que aparecían, se esfumaban.

Corrió las cortinas y la habitación quedó en penumbra.

Le pareció escuchar como lloriqueaba la mota de polvo por arrebatarle su salón de baile: «Lo siento, pero me tendrás que enseñar a bailar».

3 comentarios sobre “Óxido

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  1. Reflejas muy bien estados y emociones con las que no es difícil empatizar. La incertidumbre, en todas esas preguntas que se le esfuman a tu personaje, la necesidad de cambio que demanda un impulso que yo creo que en realidad es lo que busca, y ese toque de levedad que sugiere la mota de polvo. Esto último deja un contraste interesante, entre lo profundo de las reflexiones de esa mujer y lo insustancial, lo sencillo, lo liviano, que muchas veces se vuelve importante porque nos ata a la realidad y es el detonante de cambios radicales.

    Porque tu texto habla de cambio. De la necesidad de cambio, desde un estado oscuro y opresivo a ese mundo de luz perdido (tras las cortinas? Por qué las cierra?) en el que se desea estar o al que se aspira a volver.

    La solución está en las cortinas. Claramente. Pero no te quiero estropear una posible continuación insinuando un spoiler.

    Y ahora… ¿admites peticiones? Quiero patatas fritas. Quiero volver a leer uno de aquellos relatos que me hacían sonreír, y pensar, y sentir. Quiero una de esas historias con su cosita de sarcasmo, su poquito de cinismo y su mucho de agudeza. Con su profundidad, a veces divertida, siempre militante de las ganas de hacer y vivir. Una de aquellas. No se si es mucho pedir, pero me hace falta…

    Un gran abrazo.

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    1. Buenas noches amigo!!!!
      Nunca te has planteado dedicarte a crítico de cine, literatura o arte?
      Haces magia con cualquiera de tus comentarios y eso me hace feliz.
      Y…Si tienes antojo de Sadire al más puro estado, no seré yo quien te lo impida.
      Un besaco!!!!

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      1. Muy mal crítico sería. Los críticos en realidad solo hablan de si mismos, en cambio yo… coño, pues igual si.🤣

        ¿Sadire-sadire? ¡Si por favor! Creo que ambos lo necesitamos. Un poco de aire fresco. Heroínas que se abren paso esgrimiendo la bolsa de la compra. Secretarias que leen a Joyce mientras el jefe se hace las uñas a lo Rosalía. Estatuas que derriban revolucionarios. Eso.

        Abrazos!!

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